Colmena que estallas en mi pecho
enseñame al mundo desnudo:
deshazte de mis vestiduras,
aíslame de la levedad de la lana
y muestra mis afilados colmillos.
Yo, que soy hijo de la naturaleza.
Yo, que solo como por hambre.
jueves, 25 de diciembre de 2008
martes, 7 de octubre de 2008
Últimamente pienso en el musgo de los nichos
y en el ocaso inminente de los campanarios.
Las rojizas veletas volaron al basto valle
que desencadena somnoliento en los apeninos.
Y el corazón, entre espuma y terpciopelo,
anhelará, la carne y el estertor del tiempo.
¡Bienvenido Octubre primitivo, hijo ocre,
muestrame al fin tus manos incólumes!
y en el ocaso inminente de los campanarios.
Las rojizas veletas volaron al basto valle
que desencadena somnoliento en los apeninos.
Y el corazón, entre espuma y terpciopelo,
anhelará, la carne y el estertor del tiempo.
¡Bienvenido Octubre primitivo, hijo ocre,
muestrame al fin tus manos incólumes!
miércoles, 24 de septiembre de 2008
El último canto del cisne
asupiciado por los desdenes,
besos purulentos y ascuas,
reverberará en nuestras palmas.
Seremos trigo aventado
de la ingravidad de la paja
de la soledad del fruto tardío
de la asepsia y de la nada.
Reclamarás mi pecho inerte,
angustiado entre las escamas
que se pierden en el canal
cerrado por la diosa calma.
asupiciado por los desdenes,
besos purulentos y ascuas,
reverberará en nuestras palmas.
Seremos trigo aventado
de la ingravidad de la paja
de la soledad del fruto tardío
de la asepsia y de la nada.
Reclamarás mi pecho inerte,
angustiado entre las escamas
que se pierden en el canal
cerrado por la diosa calma.
Una noche con Steinbeck
Perla viva,
recorres los temores
mundanos de los hombres.
Te jactas, insidiosa,
de la envidia de los ricos
y de los pobres - todos torpes -.
Y es tu evaluación inerte,
fijación banal,
triste pacto de los hombres...
recorres los temores
mundanos de los hombres.
Te jactas, insidiosa,
de la envidia de los ricos
y de los pobres - todos torpes -.
Y es tu evaluación inerte,
fijación banal,
triste pacto de los hombres...
viernes, 12 de septiembre de 2008
Piedras de escombro y llanto,
recorren tus penitencias.
Zona común de vidrios
que no subirán la talanquera.
Te guardan rejas acuosas,
estre estelas anodinas
recordándote cada noche
el origen de la desidia.
Tu cuerpo solo pierde,
en detrimento de memorias.
Tus palabras anquilosadas
contra suspiros de limosna.
Perecerás en el camino
con las estridentes sombras
menguando cada invierno
hasta morir con las gaviotas.
Desfila -entonces- por altares;
mirada altiva, cuerpo enjuto,
entregándote con el desaire
servido cada día en tu turno.
recorren tus penitencias.
Zona común de vidrios
que no subirán la talanquera.
Te guardan rejas acuosas,
estre estelas anodinas
recordándote cada noche
el origen de la desidia.
Tu cuerpo solo pierde,
en detrimento de memorias.
Tus palabras anquilosadas
contra suspiros de limosna.
Perecerás en el camino
con las estridentes sombras
menguando cada invierno
hasta morir con las gaviotas.
Desfila -entonces- por altares;
mirada altiva, cuerpo enjuto,
entregándote con el desaire
servido cada día en tu turno.
Veni
Apócope de mis días,
mis manos se te ofrecen
diligentes... Y no pecan, no,
en el fervor liviano
de querete sin dualidades,
aislados de los pronombres,
ya sin tópicos marxistas
y sin plurales de modestia
¡Solo la gravedad de la vida!
Absoluto; sin más objetivo,
que la premura de tu hálito
recolocando los principios.
mis manos se te ofrecen
diligentes... Y no pecan, no,
en el fervor liviano
de querete sin dualidades,
aislados de los pronombres,
ya sin tópicos marxistas
y sin plurales de modestia
¡Solo la gravedad de la vida!
Absoluto; sin más objetivo,
que la premura de tu hálito
recolocando los principios.
Vidi
Aullido inclemente
heredero de impudicia.
Verso triste o fuente clara.
Fruto de brisa alada
del monte y de la azada.
Retracto de vida inerte
reclama tus derechos:
la cópula con el aire
y tu naturaleza imberbe
que no se calla y que no deja
arma con sangre abiertas
venas con tierra cargadas.
heredero de impudicia.
Verso triste o fuente clara.
Fruto de brisa alada
del monte y de la azada.
Retracto de vida inerte
reclama tus derechos:
la cópula con el aire
y tu naturaleza imberbe
que no se calla y que no deja
arma con sangre abiertas
venas con tierra cargadas.
Vinci
Y retornas cada día
replanteando tus miserias
por encima de los promontorios
alimentando las esquelas.
Frio perenne; hoja grávida
que se arrastra por no pensar
en la virginidad de las camelias,
en el estertor de las ventanas.
Entre los páramos hediondos
solo crepitarán guadañas,
cánticos en noche de requiem,
cuando quede sesgada tu entraña.
replanteando tus miserias
por encima de los promontorios
alimentando las esquelas.
Frio perenne; hoja grávida
que se arrastra por no pensar
en la virginidad de las camelias,
en el estertor de las ventanas.
Entre los páramos hediondos
solo crepitarán guadañas,
cánticos en noche de requiem,
cuando quede sesgada tu entraña.
Ahora que ya se que tu sonrisa
no es más que mueca circuncidada
manantial de viperinos versos,
sometida a responsabilidad vana.
También sé que en fin plúmbeo,
donde anidaremos con el tiempo
se pagarán las miopes inclmencias
y cada disparo sanguinolento.
Entonces te sentarás sola,
sin lápices ni recetas,
aislada en los acantilados
sin enmiendas ni penitencias.
no es más que mueca circuncidada
manantial de viperinos versos,
sometida a responsabilidad vana.
También sé que en fin plúmbeo,
donde anidaremos con el tiempo
se pagarán las miopes inclmencias
y cada disparo sanguinolento.
Entonces te sentarás sola,
sin lápices ni recetas,
aislada en los acantilados
sin enmiendas ni penitencias.
jueves, 4 de septiembre de 2008
Tú, que representas la fragilidad del mundo,
con tus huesos pálidos, tus facciones lentas.
Te desenvueleves entre incertidumbres
en tu atmósfera de fácil apariencia
y te muestras, tu sola, imperturbable...
Y eres volátil, como vuelo de libélula,
como la estela frugalmente extinguida
o el primer manto que deja la niebla
que se escapa por no escuchar
el inaudible cántico de las adelfas.
Mientete y atrevete con la danza
revoloteando adusta en los nenúfares
con la entrega de querencias ingrávidas
aislandonos -a su vez- en la estancia
que es querer vaciandonos las sábanas.
con tus huesos pálidos, tus facciones lentas.
Te desenvueleves entre incertidumbres
en tu atmósfera de fácil apariencia
y te muestras, tu sola, imperturbable...
Y eres volátil, como vuelo de libélula,
como la estela frugalmente extinguida
o el primer manto que deja la niebla
que se escapa por no escuchar
el inaudible cántico de las adelfas.
Mientete y atrevete con la danza
revoloteando adusta en los nenúfares
con la entrega de querencias ingrávidas
aislandonos -a su vez- en la estancia
que es querer vaciandonos las sábanas.
Retales con píxeles concertados
y ciertas maquinaciones libidinosas,
sin ser por defecto de tus labios
sin ser por defecto de tu sobra.
Todo en cuadros magenta
sin escuchas perentorias. o lilas.
Animas dispuestas a rasgar el mundo,
con trazos vanguardistas...
hechos en tinta china...
monedas de nueva cuña...
lenguaje de otra alcurnia.
Desayunos surrealistas,
dialogando con Breton
y con vasos de Chagall
__________( Y digo Marc).
Y después de todo una siesta
sin dócil adoctrinamiento
- como las que escribió Aldous-
que es, creerme tan decoroso,
tan extremadamente fácil
dormirse una mañana
sin dIOS en las entrañas.
y ciertas maquinaciones libidinosas,
sin ser por defecto de tus labios
sin ser por defecto de tu sobra.
Todo en cuadros magenta
sin escuchas perentorias. o lilas.
Animas dispuestas a rasgar el mundo,
con trazos vanguardistas...
hechos en tinta china...
monedas de nueva cuña...
lenguaje de otra alcurnia.
Desayunos surrealistas,
dialogando con Breton
y con vasos de Chagall
__________( Y digo Marc).
Y después de todo una siesta
sin dócil adoctrinamiento
- como las que escribió Aldous-
que es, creerme tan decoroso,
tan extremadamente fácil
dormirse una mañana
sin dIOS en las entrañas.
lunes, 25 de agosto de 2008
Te amedrentaste con los colmillos funerarios,
en lo más ausente del promontorio,
donde descansaban trémulas las arengas
por esencia siempre tan pueriles.
Te empecinabas entre retales,
fuentes rotas, silencio y padrinazgo.
Tus ojos transformados en sumidero
de promesas y reacciones vanas.
Animal que se sustenta en el comienzo
de saberse momentáneamente alimentado.
Pretérito con los brazos determinandos.
Ignorante, de un afluente ya apostado.
en lo más ausente del promontorio,
donde descansaban trémulas las arengas
por esencia siempre tan pueriles.
Te empecinabas entre retales,
fuentes rotas, silencio y padrinazgo.
Tus ojos transformados en sumidero
de promesas y reacciones vanas.
Animal que se sustenta en el comienzo
de saberse momentáneamente alimentado.
Pretérito con los brazos determinandos.
Ignorante, de un afluente ya apostado.
miércoles, 20 de agosto de 2008
Vendido
Al dócil navio
que discurre por las acequias
famélicas de las aceras.
Al rumor sifilítico.
de las trenqueantes cadenas.
Al cuerpo crepitante
de futuro ceniciento.
Al fervor de la calma
que exudan las escamas.
Al auspicio de las adelfas
por constancia atemporales.
A ellos me avengo,
en la ineluctable tragedia,
que es vivir, inconscientemente,
envuelto entre certezas.
¡Preso como tras día
de la medida consecuencia!
que discurre por las acequias
famélicas de las aceras.
Al rumor sifilítico.
de las trenqueantes cadenas.
Al cuerpo crepitante
de futuro ceniciento.
Al fervor de la calma
que exudan las escamas.
Al auspicio de las adelfas
por constancia atemporales.
A ellos me avengo,
en la ineluctable tragedia,
que es vivir, inconscientemente,
envuelto entre certezas.
¡Preso como tras día
de la medida consecuencia!
lunes, 28 de julio de 2008
miércoles, 2 de julio de 2008
Al fin y al cabo no te conozco
ni me estremezco anímicamente
tras dividirte en las distancia
monótona de las ciudades.
Atisbo a ver como tu esencia
no tiene charco donde mojarse
ni fuente con que saciarse,
tan solo te veo a ti, letárgica
ante extremos que te rodean.
te ofreces así, lúcida y postrera
de continente en continente
aislada de universales rarezas.
ni me estremezco anímicamente
tras dividirte en las distancia
monótona de las ciudades.
Atisbo a ver como tu esencia
no tiene charco donde mojarse
ni fuente con que saciarse,
tan solo te veo a ti, letárgica
ante extremos que te rodean.
te ofreces así, lúcida y postrera
de continente en continente
aislada de universales rarezas.
Guijarro
He tintado las hojas
con un rojo aleatorio.
Y no he visto más allá;
-no he visto-
ni un añil ausente
de cristales mistificados,
ni manchas clasistas,
ni tristezas doctrinales.
Tras abrirse la veda
ya no hay lanzas en alto,
ni lápices desgastados.
Si tierra en el asfalto.
con un rojo aleatorio.
Y no he visto más allá;
-no he visto-
ni un añil ausente
de cristales mistificados,
ni manchas clasistas,
ni tristezas doctrinales.
Tras abrirse la veda
ya no hay lanzas en alto,
ni lápices desgastados.
Si tierra en el asfalto.
jueves, 17 de abril de 2008
martes, 15 de abril de 2008
Resoluciones
Reposas tu cabeza, indolente,
en los paramos desheredados
en los que no caera tu sangre.
Ni tu agonia. Ni tu remembranza.
Pero que existe, entre dunas
todavia ardientes de escarcha,
que se declinan intuitivas,
que se desgarran en el sello
imperecedero de la esperanza.
Sera tu sudor el que consciente
arranque de los avidos frutos
su alma subrepticia y empecinada.
en los paramos desheredados
en los que no caera tu sangre.
Ni tu agonia. Ni tu remembranza.
Pero que existe, entre dunas
todavia ardientes de escarcha,
que se declinan intuitivas,
que se desgarran en el sello
imperecedero de la esperanza.
Sera tu sudor el que consciente
arranque de los avidos frutos
su alma subrepticia y empecinada.
martes, 18 de marzo de 2008
Yo también te miro
Todos te miran y no ven más
que tu rostro,
tu cuerpo,
tu indumentaria...
Yo también te miro y no veo más
que tu rostro,
tu cuerpo,
tu indumentaria...
que tu rostro,
tu cuerpo,
tu indumentaria...
Yo también te miro y no veo más
que tu rostro,
tu cuerpo,
tu indumentaria...
Dime de que sirve el vacío
inmutable de las estatuas
tan obligadamente calladas
en su desdén hacia el tiempo.
De que le sire su indolencia
ante tan escatológicas aves.
De qué su mirada inerte
fraguada entre póstumos
e intangibles aniversarios.
Deja por fin, que a la postre,
se corrompa mi cuerpo,
y mi alma quede muerta.
inmutable de las estatuas
tan obligadamente calladas
en su desdén hacia el tiempo.
De que le sire su indolencia
ante tan escatológicas aves.
De qué su mirada inerte
fraguada entre póstumos
e intangibles aniversarios.
Deja por fin, que a la postre,
se corrompa mi cuerpo,
y mi alma quede muerta.
Te desecho a ti; voz ausente de estatería.
¡Aborrezco tus andamios
elevados al mecenazgo!
Y tu quehacer literario
sometido a las estanterias
estancas de los despachos.
Desecho tus contornos,
siempre con pespuntes
subitamente reconvenidos,
la prevenida embriaguez
de tu socorrida esencia.
elevados al mecenazgo!
Y tu quehacer literario
sometido a las estanterias
estancas de los despachos.
Desecho tus contornos,
siempre con pespuntes
subitamente reconvenidos,
la prevenida embriaguez
de tu socorrida esencia.
A ti, lúdica y pura
Aparta las sprtijas enmarañadas de tu cuerpo,
las redes que engarzan tus desaires y las norias
que gritan anochecidas al devenir postrero.
Aparta todos los ciclos etéreos del tiempo,
los señuelos pasivamente enclaustrados
abiertos por los precipitados escarmientos.
Yo no quiero más que el fervor de tu pecho,
tus noches y tus claros, la parsimnonia
de tus gestos y tu saliva fermentada.
Tan solo nos quiero a los dos, herméticos,
cobijados en nuestra desenvoltura, aislados
en la franqueza de no querernos demasiado.
las redes que engarzan tus desaires y las norias
que gritan anochecidas al devenir postrero.
Aparta todos los ciclos etéreos del tiempo,
los señuelos pasivamente enclaustrados
abiertos por los precipitados escarmientos.
Yo no quiero más que el fervor de tu pecho,
tus noches y tus claros, la parsimnonia
de tus gestos y tu saliva fermentada.
Tan solo nos quiero a los dos, herméticos,
cobijados en nuestra desenvoltura, aislados
en la franqueza de no querernos demasiado.
Cuando el hombre se come al hombre
se derrumba la constancia de los ardores,
todo vertiente de un afán lapidario,
los principios son estructuras banales.
Cuando el hombre se come al hombre
un desertor lúdico arremete consciente
contra los escritos de los anaqueles
en la mitad vencidos, en su otra valientes.
se derrumba la constancia de los ardores,
todo vertiente de un afán lapidario,
los principios son estructuras banales.
Cuando el hombre se come al hombre
un desertor lúdico arremete consciente
contra los escritos de los anaqueles
en la mitad vencidos, en su otra valientes.
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