Al dócil navio
que discurre por las acequias
famélicas de las aceras.
Al rumor sifilítico.
de las trenqueantes cadenas.
Al cuerpo crepitante
de futuro ceniciento.
Al fervor de la calma
que exudan las escamas.
Al auspicio de las adelfas
por constancia atemporales.
A ellos me avengo,
en la ineluctable tragedia,
que es vivir, inconscientemente,
envuelto entre certezas.
¡Preso como tras día
de la medida consecuencia!
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