Apócope de mis días,
mis manos se te ofrecen
diligentes... Y no pecan, no,
en el fervor liviano
de querete sin dualidades,
aislados de los pronombres,
ya sin tópicos marxistas
y sin plurales de modestia
¡Solo la gravedad de la vida!
Absoluto; sin más objetivo,
que la premura de tu hálito
recolocando los principios.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario