lunes, 25 de agosto de 2008

Arranca el nailon de tu cuerpo
desprovístete de labios vastos,
rasga tus sábanas de cilantro;
no mantegas intución estéril.
Desdeña el sepelio adinerado
las sombras y vidas postizas.
Muestrate, límpida y pura.
Y atavíate solo así, como Walt,
con cada hoja de la naturaleza.
Te amedrentaste con los colmillos funerarios,
en lo más ausente del promontorio,
donde descansaban trémulas las arengas
por esencia siempre tan pueriles.
Te empecinabas entre retales,
fuentes rotas, silencio y padrinazgo.
Tus ojos transformados en sumidero
de promesas y reacciones vanas.
Animal que se sustenta en el comienzo
de saberse momentáneamente alimentado.
Pretérito con los brazos determinandos.
Ignorante, de un afluente ya apostado.
De tu cuerpo raído
emana sangre espúrea,
inclemente,
libertina.
Vino,
sed,
angustia.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Vendido

Al dócil navio
que discurre por las acequias
famélicas de las aceras.
Al rumor sifilítico.
de las trenqueantes cadenas.
Al cuerpo crepitante
de futuro ceniciento.
Al fervor de la calma
que exudan las escamas.
Al auspicio de las adelfas
por constancia atemporales.
A ellos me avengo,
en la ineluctable tragedia,
que es vivir, inconscientemente,
envuelto entre certezas.
¡Preso como tras día
de la medida consecuencia!