Me quedé desnudo soslayando
a través de ti tus alrededores,
te emboscaban quejumbrosos
ácaros y destellos de llovizna.
Y detrás todo, tan eterno y paralelo,
como la cansada luz de tu terraza.
Parecías aquella deidad efímera
que eclipsa en un burdel barato.
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